Ad Code

Cuando los recuerdos llegan...



 CUANDO LOS RECUERDOS LLEGAN

Lic. James Marulanda Quintero.

Quiero aprovechar este espacio que generosamente me regala mi amigo Mauricio Tabares Bernal en su página newsquindio.com para compartir con sus lectores remembranzas de momentos ya lejanos pero aferrados como retazos a nuestra vida.

Esos tiempos cuando con entusiasmo infantil jugábamos rayuela o arroyuelo con nuestros trompos, tratando de sacar monedas, cortaúñas, cadenas u otros objetos con sobrado interés y mística ; o también  con el púchatelas que llevábamos de esquina a esquina .Para asombro de nuestros compañeros de juego lo cogíamos en la uña del pulgar de la mano derecha . salíamos a jugar a la calle, hacíamos carreras, jugábamos a las escondidas, al pase el tren que ha de pasar y las niñas en su algarabía hacían corrillos y se reían, y casi siempre entre ellas, alejados de los niños… todo era lindo en esa época.

  El tiempo corría y no nos dábamos cuenta de ello mientras nuestros padres  nos esperaban con gran preocupación. Al llegar y con sobrada razón nos hacíamos acreedores al castigo.

Cuando abríamos zanjas en la tierra, aprovechando el barranco de la escuela con una tapa de gaseosa kolkana y poder jugar a la vuelta a Colombia con bolas de cristal, emulando a esos grandes ciclistas de la época como Cochise o el ñato Suarez.

Llega la moda del Valero y con mucha paciencia tratábamos de “embochar” en el hueco el palo de madera debidamente labrado atado a una piola. O si queríamos jugábamos al yo yo. De acuerdo a la capacidad económica del usuario, teníamos el yoyo de madera o el sofisticado Russell con el logo de Coca-Cola, firma que realizaba concursos .Quien hiciera el perrito dormilón  y otros actos, ganaba premios...

Nos entreteníamos haciendo figuras con una piola: los pantalones de cosiaca, la taza de chocolate y muchas más. Esas manifestaciones infantiles ya olvidados se han perdido en el ocaso. Bueno sería volverlas a rescatar o que los abuelos de la generación de la guayaba los transmitieran a la generación de cristal, porque a los milenios les parece un oso todo aquello.

Como olvidar cuando conducíamos la rueda impulsada con un palo. Le pegábamos continuamente corriendo a su ritmo y regresábamos muertos de la sed y con ella al cuello.

Hacíamos con hojas de cuaderno barcos, aviones, saca piojos, la cámara (diga cuatro…aquí está su retrato, que no era más que un  mamarracho dibujado a lápiz).

En los diciembres apostábamos a los aguinaldos jugando al beso robado, palmada atrás o pajita en boca durante las novenas… Estos debían pagarse el 24 cuando culminaban.

Me motilaban a lo americano, es decir tusaban a los lados de la cabeza o a lo Humberto. Este consistía en tusada completa, dejando solo un pequeño copete en la frente.

Alquilaba bicicletas a 50 centavos la hora; leía revistas del llanero solitario, el Zorro, Superman, el Santo, Chanoc, Gene Autri, y muchos más.

A las 5 de la mañana se rezaba el rosario de la aurora, una vez terminaba teníamos que ir por los buñuelos  y las arepas a la tienda de don Israel, para luego encaminarnos a la escuela  Atanasio Girardot.

Hacíamos álbumes con figuras de la década con el consabido: la tengo, no la tengo mirando detenidamente los números anotados en una hoja de papel arrancado al cuaderno Bolivariano.

Íbamos a fútbol y entrabamos al San José por gorriones. A la entrada un policía ponía su bolillo en forma horizontal y quien pudiera pasar por allí sin agacharse podía disfrutar el picado gratis.

Los ídolos de aquel entonces eran cantantes mexicanos: Alberto Vásquez, Enrique Guzmán, Javier Solís, José Alfredo Jiménez, Antonio y Luis Aguilar.
No podemos olvidar las películas de enmascarados como Blue Demon, Santo, Neutrón, etc. Entre esas viejas películas me dejó marcado El niño y el toro; en Semana Santa El Mártir del Calvario nos arrancó bastantes lagrimas como también recordamos Los Diez Mandamientos.
Eran las épocas de las pelas o maderiadas y quien se atreviera a contestarle a la mamá era seguro el castigo. Yo recuerdo cuando mi madre, en medio de su santa ira decía: “seguime contestando y te volteo ese mascadero”.
En la adolescencia usamos zapatos tacón cubano, después los famosos plataforma con pantalones bota campana, camisa de chalis y chaquetas de gamuza.
Son muchos los recuerdos, demasiadas las imágenes que comparto con ustedes invitándolos a mover pensamientos y recuerdos de esos momentos que nunca volverán.






Publicar un comentario

0 Comentarios